Hoy Soy El Mismo
Nada se sabe de mí salvo que me lancé a las vías para salvar de una muerte segura a un hombre de 43 años que se tambaleó, tras una inoportuna lipotimia, y se precipitó al suelo justo cuatro segundos antes de que llegara el metro.
Nada se sabe de mí salvo que en ese plazo de tiempo, casi imperceptible, pude ponerle a salvo en un pequeño recoveco, junto al anden a la altura de los raíles.
Nada se sabe de mí salvo que lo estrujé entre mis brazos, casi inconsciente, mientras el convoy se detenía, tras sobrepasarnos, sin que el maquinista pudiera hacer nada por lograr frenarlo antes de alcanzarnos.
Nada se se sabe de mí salvo que esperé a que unos vigilantes de TMB -Transporte Metropolitano de Barcelona- nos ayudaran a depositarlo, aún aturdido pero consciente y en buen estado, en un banco de la estación de la línea 1 de Plaza Catalunya.
Nada se sabe de mí salvo que expliqué a los que, atónitos, se arremolinaban a nuestro alrededor, que yo estaba bien, que no tenía ninguna lesión de importancia.
Nada se sabe de mí salvo que desaparecí entre el gentío, sin esperar una palmadita en la espalda, sin buscar un reconocimiento mediático, si desear una medalla, sin hacerme la foto de rigor junto al político oportunista, sin exigir una gratificación, sin dar explicaciones a nadie. Sin, escuchar un "gracias" del hombre al que, minutos antes, había rescatado del infierno.
Nada se sabe de mí... salvo que sigo siendo el mismo.
<parece que bajan...las temperaturas...
ResponderEliminary sube.....un poquito la calidad. bien.
La historia en si es fascinante. Siempre me he planteado qué haría en una situación así. Todo se decide en una décima de segundo. Pero no lanzarnos tampoco nos convierte en cobardes.
ResponderEliminardesde luego que no nos convierte en cobardes...estoy de acuerdo.
ResponderEliminarOtras cosas en cambio mas pueriles y sencillas si nos atenazan y si que nos hacen cobardes-....