Hoy Soy Schwarzenegger
Fuck you. Repito: fuck you. Que os jodan. A muchas personas les resulta complicado aceptar la obviedad de ser manipulados por su subconsciente. Pero el estímulo de lo invisible no pasa desaparecibido para las grandes agencias de publicidad, que cuelan intencionadamente sus mensajes. Yo, como gobernador de California y, sobre todo, actorucho de películas facturadas por la rama más casposa de la industria de Hollywood, he recogido el guante y he puesto a mi servicio tan loable maquinaria de mensajes subliminales.
Traté durante años de meterme en el bolsillo al público estadounidense fabricando películas bélicas y algún pasable producto de acción. Lugo di el salto a la política con la firme intención de convencer al electorado de que los gays no tienes los mismo derechos que los heteros, que la pena de muerte es un bien necesario. Mi herencia es esta, qué le vamos a hacer.
Ahora he vuelto a demostrar mis dotes de guerra sucia, con una carta a los miembros de la Asamblea del Estado de California en la que veto una ley por razones que ahora no vienen al caso. Una lectura vertical de la primera letra de cada una de la decena de líneas de la misiva pone de manifiesto la verdadera intención de la carta: se lee claramente "Fuck you" (que os jodan). Poco importa la esencia real del texto. Me quedo con esta ordinariez, tan propia de personajes como yo, que ridiculiza a todo el poder legislativo de mi país. Pronunció en una ocasión el humorista Perich una frase ciertamente ingeniosa: "La prueba de que en Estados Unidos cualquiera puede llegar a presidente la tenemos en su presidente". Me aplico el cuento.
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